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En la marea post parto.

Imagínense que se encuentran sumergidos en el mar, flotando sin rumbo y sin fin; cómo quien va sin ancla, la marea sube, te arrastra de lado a lado y te lleva hacia lo profundo del océano. Dejas de respirar por unos segundos, mientras luchas por volver a ver la luz del sol. De momento te encuentras regresando a la costa, debilitada, buscando volver a respirar y miras hacia atrás: lo superaste, saliste de la marea y estás volviendo a tomar el aire que por momentos faltaba. Te hacia falta regresar.


Yo me encuentro en la marea, aún buscando cómo salir de ella. Me va arrastrando de lado a lado, con furia y con fuerzas; y yo siento que no puedo respirar... no respiro. Así me he sentido estos meses post parto, buscando el momento de volver a mi orilla, pero la marea cada vez me lleva más lejos... a la tristeza, a la frustración, al miedo. De momentos dejo de respirar, y siento que el pecho quiere explotar pero en silencio... sin que nadie sepa qué tal vez... vuelvo a ver las sombras de hace dos años atrás y regreso a los pensamientos y las voces que gritaban mi nombre.


No encuentro el aire de momentos, entonces utilizo mis manos para centrarme: toco mi rostro, acaricio mis dedos , peino mi cabello... estoy aquí, estoy presente. Luego de momento, cómo para re indicar quien soy y que hago aquí, siento dos pequeñas manos acariciando mis mejillas y una voz baja que me llama “mamá”. Me centro, aún sin respirar pero tomo el control de la marea. De lado a lado, sin rumbo... pero no permito que vuelva a llevarme al fondo. Mi cría de dos años vuelve a llamarme “mamá, vamos a jugar”. Entonces, entre risas y conversaciones, me aíslo en mi niña interior... ella no le tiene miedo a la marea pero si a la mujer que me he convertido. Se cuestiona... hasta cuándo será.



La mamá histérica.

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