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porque yo te crié

"Ay tita eres tan linda, ¿sabes por qué? Porque yo te crié" decía mi hijo de 6 años a su gatita Tita Kilig mientras le acariciaba el lomo y la cabeza suavemente con delicadesa. Lo decía convencido de ese hecho, la belleza de su mascota totalmente ligada al cuidado otorgado. Y yo le miraba con ternura desde la hamaca. Le observaba con los ojos abiertos, presente al fin, en ese ratito de pausa.


Lucas tiene ya 6 años "y medio" él corregiría. Y yo tengo 31 y un prefiero no contar los meses. Tengo mucho menos ganas de que pase rápido el tiempo para llegar a mis 32, y que mi hija y mi hijo sigan creciendo como si nada, rápidamente, sin detenerse un segundo para darme el espacio de poder procesarlo.


Materno y vivo en un constante automático

No alcanzo a sentir lo que estoy viviendo en toda la capacidad de sentirlo que debo tener en el cuerpo y en el corazón. Estoy fuera de práctica de estar. A veces escribir es ese espacio de sentipensarlo todo. De honrrar el tiempo de procesar.


Con Malé, mi segunda bebé, siento que estoy más despierta, y es que hay ilusión de que es más fácil o menos difícil regresar cuando se camina por senderos conocidos.



Aún así casi no hago tiempo para alcanzar a darme cuenta de lo bien que lo hemos hecho. Y mientras mi hijo decía esas palabras a su mascota pensaba; en lo hermoso que es su ser, en lo sabio de su hablar, en lo consciente de su realidad.


A veces lo llevo a mi ritmo y no sé honrrar los suyos. Pero hay momentos en los que lo veo en su naturaleza y siento que me roba un poquito el aire del pecho por tanta ternura. Igual, no es menos cierto que a veces me desespera, me reta, me muestra mi sombra, me invita a cambiar. Me hace reflejos de lo que me falta por mirar, lo que doy demás, lo que no se dar. Me revela mucho, todos los días y me invita a ser mejor. Quizás por todo eso en que me ocupo con la ilusión de poder perfeccionar mi ser, se me hace tan difícil darme el crédito de su belleza y humanidad. Pero hay momentos como hoy, donde por esta vez -y espero repetir- lo admito sin verguenza, y contra la culpa escribo lo que dije en voz alta y viéndole a la cara: "Ay Lucas, eres tan lindo, ¿sabes por qué? Por que yo te crié."

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