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Los ambientes laborales tóxicos también son austeridad



Tener que debatir a diario si renunciar o aguantar un poco más es violento; y la violencia es austeridad.


Me atrevo a decir que de 10 personas que trabajan de forma asalariada 7 viven pensando: ‘“renunció o aguanto un poquito más en lo que algo mejor aparece o este trabajo mejora”. En Puerto Rico el pago mínimo es una miseria y encima las y los trabajadores se tienen que raspar (aguantar) ambientes laborales tóxicos.


Es cierto que hay departamentos asignados para atender las problemáticas que puedan surgir en el espacio laboral, pero ¿qué pasa cuando esos ambientes calan en el bienestar emocional y psicológico de las personas que los ocupan?


Trabajo desde que soy bastante joven y en la mayoría de mis trabajos he observado la falta de herramientas para garantizar ambientes laborales sanos. He llegado a la conclusión de que esto es una consecuencia directa de la crisis social en la que vivimos. No hay un ambiente laboral sano porque no hay un país sano.


Allí, en el espacio laboral es donde más violencia he vivido. Desde tener que explicarle a un ex jefe porque las feministas no somos unas “puercas sucias revoltosas”, hasta tener que justificar el uso de tenis con mis outfits. Violencia verbal, violencia institucionalizada, violencia machista, en fin, austeridad; en un espacio que nos debiera servir como herramienta para construir un país mejor y por consiguiente una vida mejor.


Me queda claro que en el mundo donde nací, socialmente, las personas como yo vendemos lo único que poseemos: nuestra fuerza de trabajo. Es decir, nuestro conocimiento, nuestra mano de obra, nuestro tiempo, nuestra libertad. También me queda claro que hay soluciones, ¿serán posibles en un mundo dominado por el capital? No lo sé.


En cambio, por ahora, tengo que sobrevivir sabiendo que los ambientes laborales tóxicos son austeridad y tengo que aguantar un poquito más.



La política.


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