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10 cosas que hacemos para criar con perspectiva de género.


10 cosas que hacemos para criar con perspectiva de género.


¿Cómo crío con perspectiva de género? Esta pregunta comienza para nuestros adentros. Hace un tiempo escribí y les narré por qué crío con perspectiva de género. También lo planteaba como una pregunta para adentro que, de un modo, igual que ahora, creí necesario compartir. Me parece que la mejor manera de responder a preguntas así es haciéndolas también a las demás, a la comunidad, para poder construir y crear nuevas respuestas que no solo interseccionen, sino que nos permitan comprender la imbricación tal como la propone y explica Valeria Angola: "mientras que la interseccionalidad plantea que los sistemas están separados, la idea de imbricación habla de fusión, confluencia, coexistencia" (La interseccionalidad no lo es todo: otras propuestas desde lo decolonial,2021).


Así que de un modo entiendo que criar con perspectiva de género me ha sido posible de una manera muy particular, contextualizada con mis realidades, pero sé que esas realidades no representan, ni pretenden, ni puede ser iguales a las de otras familias. En tanto, invito, más que a leer, a reflexionar y a hacernos la pregunta cada día mientras criamos, y a compartir posibles mundos a los que apostamos cuando criamos. Quiero enumerar y describir 10 cosas que hacemos en casa como un modo de encontrar formas y maneras de criar con perspectiva de género.

1. Permitir el llanto

Nunca le decimos a nuestro hijo nacido con pene, que se identifica como "varón", frases como: "los nenes no lloran", "a llorar pa’ maternidad", "eres un llorón", " pareces una nena cuando lloras", entre otras que podría mencionar. Por el contrario, cuando vemos que quiere o necesita llorar, simplemente le decimos cosas como "está bien llorar", "llorar nos sana", "después de llorar te sentirás mejor", "es importante lo que sientes". Este es un modo de comunicarle a nuestro hijo una masculinidad que transgrede el mandato patriarcal y machista. A veces nuestro hijo siente vergüenza al llorar, a pesar de lo que le hemos enseñado. Entonces nos regresamos a la pregunta ¿cómo crío con perspectiva de género? Y comenzamos a inventar otros modos de hacerlo.


2. Validar el dolor

Cuando nuestro hijo se cae y se da un golpe con su bicicleta, evitamos por completo decirle frases como "levántate no pasó nada" porque, aunque esto parezca inofensivo, sí que pasó algo, y el primer paso para validar el dolor es apalabrar la realidad que se enfrenta y procesarla. En cambio, usamos frases como "¿estás bien?, necesitas mi ayuda", "¿te duele? es normal que te duela, va a pasar", " quieres que te ayude a levantarte del suelo" " sí, te caíste, pero aquí estamos para levantarte, no tengas miedo". Y aún así hay días que nuestro hijo se cae, se da un golpe que le provoca dolor, y entonces se levanta como un resorte del suelo, y dice avergonzado, "estoy bien, estoy bien, no se preocupen, estoy bien". Reconocemos que no es suficiente decirle que está bien sentir dolor, y que el dolor es parte de estar vivas, y que es válido procesar el dolor físico y emocional cuando lo sentimos. No es suficiente decírselo, y entonces nos planteamos otras posibilidades como "necesito reforzarme validar y sentir mi propio dolor, para que él vea y asimile un ejemplo", o tal vez nos decimos que lo que hacemos en casa no lo hacen en todos los sitios, y él también vive en este mundo, lo percibe, lo asimila, lo aprende.


3. Escuchar activamente y generar acuerdos.

Seguro han escuchado alguna vez la típica, casi coloquial frase de "los niños hablan cuando las gallinas mean". Por supuesto que jamás la usamos. Creemos que nuestro hijo tiene derecho a hablar, tiene virtudes para hacerlo, tiene capacidad, y si no las tuviera las desarrollará solamente hablando. Así que estimulamos que hable, que pregunte, que cuestione. Nunca le ofrecemos como razón "porque yo soy tu mamá/papá" o "porque sí". Si tiene o debe hacer alguna cosa, obtendrá razones, lógicas, y tendrá oportunidad de generar acuerdos. Solo tiene tres años, pero a veces, o bastante seguido, cuando le decimos que debe hacer alguna cosa o comer algún alimento o recoger algo que ha desordenado, nos dice "bueno, ok, pero pídeme por favor". O cuando la cosa no le parece un buen acuerdo, nos propone: "¿qué tú crees si hacemos un trato?". Y otra vez le enseñamos que merece ser escuchado y que, por lo tanto, las demás personas también. Buscamos, por supuesto, escucharnos más y mejor entre nosotres sabiendo que, en la crianza, escuchar activamente, generar acuerdos y practicar consentimiento, puede significar mucho para establecer modos saludables de relacionarse, comunicarse, y convivir en sociedad.


4. Pedir perdón

En casa pedimos perdón cuando fallamos, o cuando no tenemos el mejor día y alzamos el tono de voz, o no le ofrecemos la contención necesaria. Le pedimos perdón. Le reconocemos cuando en la cotidianidad erramos y lo decimos abiertamente: "perdóname, no lo vuelvo hacer". Le explicamos que el perdón se da sin necesariamente tener que esperar algo a cambio; se da también porque es necesario para poder crecer. Entonces el también ha aprendido a pedirnos perdón, como cuando ha hecho alguna travesura y viene con cara de arrepentido, sin nosotres conocer del daño, y nos dice "mamá-papá perdón, hice algo". Ahí nos volvemos a hacer más preguntas y a tratar de respondernos de nuevo lo mismo.


5. Expresar el amor

Cuando notamos que nuestro hijo no se está comportando amorosamente, nos examinamos. Evaluamos cómo nos hemos estado tratando entre nosotres. Nos preguntamos: ¿Hemos sido expresivos y afectivos en estos días? ¿Nos hemos abrazado? ¿Nos estamos dejando saber que nos amamos? De ahí casi siempre salen muchas respuestas rápidas y entonces decimos "bueno, hay que reforzar el darnos ternura y cariño", para luego hacernos más preguntas.¿Le hemos besado lo suficiente? ¿Le hemos cargado en brazos? ¿Le hemos dado atención? Y nos seguimos haciendo otras preguntas como para seguir ensayando esto de criar con perspectiva de género.


6.Reconocer las sexualidades

Lucas sabe que ha nacido con pene, y sabe que su mamá, que soy yo, tiene una vulva. Reconoce los dos sexos que usualmente mostrarían o de los que le hablarían en la escuela. Sin embargo, le contamos que hay personas que no tienen ni vulva ni pene, y que se reconocen como personas intersexuales. También le contamos que eso es algo natural, parte de nuestra biología humana, y que el sexo no define quiénes somos ni lo que hacemos ni lo que sentimos. Y él simplemente afirma con ojitos de lo sé todo y dice "mamá, pero tú tienes ano y papá y yo", y yo me río, y sigo apostando a deconstruir el mandato binario y cisgénero de nuestra sociedad y a la vez aprendiendo cómo.


7.Abrazar las identidades

A veces le pregunto cómo se siente, si se siente "nene" si se siente "nena" o ninguna de las dos, y sonríe y me mira con cara de ‘no juegues mamá’y me dice con voz afirmativa "mamá yo soy nene". Entonces le cuento que hay niñes no binaries que no se consideran nene ni nena, que también hay niñas que tienen pene y niños que tiene vulva o que son intersexuales. Le explico que existen las personas trans, las mujeres y hombres trans. Y trato de mostrarle ejemplos, personas reales, y cada vez que lo hablamos es más normal, y más afirmativo en "mamá, sí, pero yo soy un nene". Entonces de nuevo sé que educar con perspectiva de género se aprende deconstruyéndose. Otro modo donde le ofrecemos la oportunidad de abrazar las identidades es con la ropa que usa para expresarse. Le damos espacio de elegir y le ofrecemos opciones que no sean determinadas por su sexo.



8.Dar espacio a la diversidad y cuestionar mandatos de género

Algunas de las maneras más sencillas y divertidas que hemos encontrado para dar espacio a la diversidad es a través del juego. Él tiene cocina, muñecas, legos, herramientas, peluches, varitas mágicas, carritos, excavadoras, y también los pocos tacones de mamá. Quiero decir que el juego, y lo que le permitimos usar para imaginar, no está elegido por su sexo o por lo que expresa ser en su identidad. Simplemente son cosas que podemos usar para aprender. Así también vemos cómo va asimilando que no hay roles que se tengan que asumir por sexo, y que todos debemos ser y hacer lo que nos hace sentir como nosotras mismas. También conversamos mucho sobre las familias y lo diversas que son, que no todas son de papá, mamá y bebé, que hay familias muy variadas y diferentes. Esto ha sido una puerta para reconocer la diversidad. A veces nos ayudan mucho los juegos de mesas en lo que tratamos de integrar rostros, culturas, razas y etnias diversas. Los cuentos pueden ser de mucha ayuda. Buscamos que sean representativos, que integren la diversidad, las identidades, y sean antiracistas. Apostamos a que pueda ir desarrollando referentes y que al momento de toparse con el mundo real pueda abrir su sensibilidad, su amor, sus mejores intenciones y reconocerse parte de la diversidad, y abrazarla.


9. Problematizar la realidad

Todo lo anterior solo puede sostenerse si aprendemos a darles y darnos herramientas para poder cuestionar, problematizar y analizar la realidad. Nos ayuda mucho hacerlo cuando vemos películas, si estamos viendo algo animado, y de pronto se genera alguna escena dónde veamos algún tipo de estereotipo, acto discriminatorio, o sugerencias hacia las violencias incluyendo las de género; comenzamos a hablarlo, lo discutimos su papá y yo en voz alta, delante de él, y ahí está, escuchando, y cuando menos lo esperamos nos sorprende cualquier día con alguna pregunta que no encontramos como responder, o nosotres le preguntamos a él y nos da alguna respuesta que necesitabamos encontrar.


10. Practicar la esperanza radical

Cuando problematizamos podemos sentir desesperanza, y no es lo que queremos transmitir a nuestro hijo. Así que le decimos que el mundo puede cambiar, que está cambiando y que mamá y papá están haciendo lo mejor que pueden para dejarle un futuro más bonito. Le reconocemos que hay violencia, que vivimos en un país donde matan a las mujeres, así como a mujeres y hombres trans, por lo que son. Decimos que queremos acabar con eso, que eso nos hace daño, que nos duele. Por ejemplo, hace unos días, me vió llorar y estar triste y le dije por qué. Le conté que mataron a dos mujeres y que han matado a muchas más, y que mamá se siente triste por eso. Y cuando me hago historias y pienso que le voy a traumar, que no debería hablarle sobre todas estas cosas, que no puedo ser tan extrema, que es un niño, él me mira y me dice "no estés triste mamá, ella se va a curar, ¿la curamos?". Y sí, vuelve todo a empezar.




-Adli.

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