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Maternidad y placer

"La materialización implicaba no solo que las mujeres podrían ser madres, algo obvio, sino que <<solo debían ser madres>>, así lo determinaba la naturaleza femenina. El ocio, la educación, el placer, el empleo, la militancia...eran percibidos como una amenaza para la reproducción y en consecuencia para todo lo que se deriva de ella: la familia, la sociedad, el Estado."

Esther Vivas (Mamá desobediente)

Hay quienes encuentran placer en diversidad de actividades, algunes nos relacionamos con la literatura, la música, las artes, la comida, el ejercicio o el sexo. Hace unas semanas llevo leyendo un libro de ensayos sobre temas alrededor de la maternidad, que presentan una "mirada feminista" a la gesta social que es "ser madres" y en ello he encontrado placer. En este espacio de aprendizaje que me ha abierto a las palabras escritas de Esther Vivas en su libro Mamá desobediente,no puedo evitar revisitar muchas de las experiencias que han sido parte del camino gestando, pariendo, y criando a mi hije.

Comenzando por la contradicción al momento de decidir ser madre, al reconocerme como una mujer feminista en deconstrucción. Recuerdo el momento en que el médico "experto" me sugirió casi como un sacrilegio que me embarazase antes de que fuera tarde, antes de que tuviera que atender las células de cáncer en mi cuello uterino. El médico, me propuso atrasar la cirugía si quedaba embarazada, y hasta me prometía, sin datos concretos, que el parto, de ser natural, podría apoyar a sanarme. En aquel momento tenía 24 años de edad y aunque había generado un deseo de ser mamá, reconocía que no estaba en las mejores posibilidades entonces para tomar esa decisión, pero además ya me había reconciliado con la idea de priorizar mi cuerpa, la salud, y la vida propia, antes de pensar en que otro ser me habitara, del modo, en que por experiencia sé, lo hace un hije. Entonces respondí " no doctor, programe la cirugía".

Al haberme sometido al proceso quirúrgico, que resultó con éxito, me adentré en el proceso de recuperación, y sanación, un viaje al que meses después fui sumergida más profundamente, al conocer de mi embarazo "milagroso". Con todo esto, de la maternidad, ya hay mucha referencia a dogmas religiosos, percepciones de divinidad, y otras alusiones que se suman al "deber" impuesto de ser madres. Las ideas de una maternidad abnegada, devota, de entrega plena y sacrificio no me fueron ajenas, he ahí el reto, de reencontrar mi voz, mi espacio en el mundo, ahora como una mujer, sobreviviente, madre y entre tantos sombreros, feminista. Fue la dramática alegría que me sobrecogió al conocer que me habitaba la vida, y que ahora estaría gestando, en el vientre que creía muerto, que adjudique "daño", al haber caído enredada en las ideas supeditadas de que una mujer sin hijes, es de un modo u otro una mujer sin nada. Cosa que con el tiempo, una va desaprendido, y que me fue pie forzado, para comenzar a reconocer mi cuerpa, sus necesidades, su viveza y entereza, independiente de lo que se gestaba en mi útero, de la promesa que me fue noviembre, mi hije, y la sanación. Fui entonces al proceso de encontrar placer, en la nueva gesta, en el montañoso viaje al que me estaba adentrando, sin bien saberlo, y que me ha sido ventana, puerta y espejo hasta el ahora, y lo que vendrá.

Sanar(me) me ha requerido encontrar el placer de ser quien soy, de conocer(me) en mis quebrantos, y amar aun aquello de mí que habia significado dolor, y miedo. No ha sido un proceso sencillo, por el contrario, la maternidad y el placer parecieran ser antagonistas entre sí, ya que esta sociedad patriarcal, no nos reconoce a las mujeres que somos madres, otros espacios, y posibilidades de ser, estar y crecer en libertad. Los privilegios que he tenido como mujer, madre, puertorriqueña, trabajadora social, feminista, me han permitido el goce del proceso, y la subversión como proceso de transmutación y deconstrucción repetida y ensayada cada momento.

Encontrar espacios para el placer cada día, siendo madre, es revolucionario, dentro de los ''posibles'' que se nos permite disfrutar. Así que yo me doy permiso a ratos del placer, conmigo, con les demás, y aún no consigo ser en placer de un modo libre, aún me reconozco prisionera de muchas expectativas: mamá super poderosa, mamá trabajadora, mamá que tiene sexo, mamá doméstica entre tantas otros roles que se espera asumamos a la perfección. Me acompaño, y soy acompañada de mujeres que maternan y que me enseñan sobre permitirnos el placer, y reconocernos en nuestras historias, para sernos un espejo, y tendernos un puente, del que nos tomemos de las manos y sepamos de nuestras experiencias, y encontremos el placer en las estaciones, y nos lo permitamos.

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